Enunciado General

En el libro Darwin viene a la ciudad. La evolución de las especies urbanas, el biólogo holandés Menno Schilthuizen mantiene algunas hipótesis polémicas frente a la tendencia que llama “conservacionista”, defendida por multitud de biólogos. En líneas generales, la hipótesis de Schilthuizen es que las especies que viven en ciudades (plantas, animales y humanos) experimentan una interacción fuerte entre ellas, en ocasiones brutal y depredadora, pero sometida a los mismos principios de la evolución a pesar de la evidente asimetría entre sus potencias respectivas.

Para Schilthuizen las plantas y animales que co-evolucionan con los humanos en los entornos urbanos no son especies de segunda clase, indignas de estudio por parte de los científicos expertos, sino muy al contrario, modelos del máximo interés porque demuestran una altísima adaptabilidad que acaba beneficiando a sus máximos enemigos y depredadores: los humanos. De hecho, afirma que el centro de una ciudad es un nicho de ecosistemas en miniatura en el que la evolución opera con tiempos más cortos que en los ecosistemas no humanizados. Esta es una descripción que puede resultar interesante considerar para el entorno inmediato de Alcalá de Henares y del paso del río por su borde sur.

El catálogo de actuaciones humanas que el tiempo ha depositado sobre el río Henares a su paso por Alcalá es el principal punto de partida para este curso, incluso aquellas actuaciones hoy consideradas erróneas. Las presillas, los molinos en ruinas o los campos de secano abandonados son ingredientes físicos fundamentales para considerar como anclajes del proyecto, pero también las actuaciones más recientes y agresivas, como los diques del Val y Nueva Alcalá o el nuevo recinto ferial. Se trata de proponer respuestas específicas a puntos concretos, buscando experimentos alrededor de la co-evolución de las especies que viven en el río o en sus márgenes, sean plantas, animales o humanos.

La preadaptación, la evolución suave o la epigenética son conceptos que hablan de lo que Schilthuizen llama “encuentros en la primera fase”. Se produce un encuentro entre un organismo vivo y otro inerte, entre animales o plantas y la ciudad. Sin embargo, se dan en la misma o incluso en mayor medida encuentros entre organismos o formas de vida que necesariamente deben co-evolucionar si quieren sobrevivir. El encuentro en la segunda fase va más allá del diseño de un soporte para plantas y animales en los entornos urbanos. La relación de plantas y animales con los elementos físicos y químicos de una ciudad, como lo son el calor, la luz artificial, la contaminación, las superficies impermeables y muchas más, eso que Schilthuizen llama encuentros en la primera fase, parece un proceso culminado hace tiempo que ha llegado a un punto muerto más allá del que no hay alternativas interesantes ni justas. Para intervenir en la segunda fase, es necesario que los dos agentes tengan vida, es decir, que se involucren plantas y animales urbanos, entre los cuales se encuentra el humano.