Sobre la fachada ciega de uno de los edificios limitantes con el Paseo del Salón del barrio del Realejo se levanta una estructura a base de pilares y vigas de acero, que asciende parasitándolo hasta sobrevolar su cubierta, enmarcando un concepto de jardín ascendente de claveles envuelto por un conjunto homogéneo de membranas de red, generando un espacio etéreo que desdibuja los límites entre elementos singulares.
La búsqueda de una simbiosis entre el antiguo barrio judío y la nueva Granada se consigue combinando la simbología del clavel andaluz con el blanco de los demás elementos para conformar un doble mirador que, funcionando como sitio ‘de estar’ y no ‘de paso’, permita dos tipos de recorridos diferentes: uno orgánico sobre el pavimento, consiguiéndose mediante la conexión entre las plataformas de los diferentes niveles con rampas, también orgánicas, que ofrecen vistas a los distintos sectores de la ciudad desde diferentes perspectivas a medida que se va ascendiendo, y otro por pasadizos de redes suspendidos bajo las plataformas que conforman cada nivel, ofreciendo no solo las vistas a Granada sino al propio proyecto: desde ellas se observa la actividad realizada en el nivel inferior.
Dicha actividad está definida en cada nivel por su geometría y disposición de los claveles, siendo el NIVEL I para eventos temporales (mercadillo que promocione pequeños negocios de las habitantes del barrio), el NIVEL II y III para actividades de mayor intensidad (deportes como skate, break) y dinamismo, el NIVEL IV como zona chillout (muros y pérgolas de claveles para asegurar una mayor intimidad) y el NIVEL V como punto más alto, un observatorio 360º.